lunes, 16 de septiembre de 2013

Prólogo.

Y aquí, justo aquí, es el lugar donde te conocí.
Era 14 de diciembre, otra vez, en el mismo sitio de siempre.
Él me miró. Me miró como si jugara a querer conocerme de nuevo. Como el primer día.
Con sus ojos negros, su sonrisa perfecta, y ese pequeño hoyuelo que se le forma en el lado derecho de la cara que me vuelve loca.
Se acercó con un paso lento pero seguro. El frío de diciembre me calaba hasta los huesos, pero no me importaba.
Éramos yo, él, y una vida por delante.
- ¿Estás segura? - me preguntó muy bajito, rozando mi oreja con sus labios.
Asentí.
No podía decir que no. A él no. Aunque prefería eso a muchos sentimientos frustrados por una oportunidad desaprovechada.
- ¿Dónde iremos? - me preguntó él.
Cerré los ojos un segundo, lo suficiente para mentalizarme con lo que quería. Pero, ¿era eso realmente lo que quería? Si. Y a estas alturas no había vuelta atrás.
Respiré hondo y abrí los ojos.
- Si es contigo el destino no me importa. Pero prométeme que siempre estaremos juntos.
La seguridad de su tono de voz al responder me sorprendió.
- Te lo prometo.